Instinto La Erótica Del Poder
Instinto: La Erótica Del Poder
Este es un reflejo del papel que puede jugar el poder en nuestra vida sexual. Si es hombre, posiblemente diga algo similar, pero añada (para sus adentros, no sea que lo tachen de machista). Las mujeres, ya se sabe, siempre detrás de lo que más brilla, aunque sea un duro de hojalata . Sería muy fácil escribir a continuación un alegato y decir que no, que a nosotras nos importa más el ser que el tener. Envolverme en la bandera feminista y proclamar que los tiempos han cambiado, que ya no necesitamos que los hombres nos den relumbrón, nos paguen las cuentas, nos regalen un pedrusco, nos pongan un piso. Pero las cosas, hipócrita lector, mi hermano, mi semejante (esto lo decía Baudelaire, ¿a que suena bien?), no son tan simples ni tan políticamente correctas.
Hay quienes incluso lo magrean de malas maneras. Psicoanalistas hay que hablan de perversión cuando alguien, quien sea, queda atrapado por un objeto que le produce un placer extraordinario. El poder es igual o parecido, por lo tanto perverso en muchas de sus manifestaciones. El efecto del poder se cuela en cada esquina. No nos centremos solamente en los grandes líderes. Está presente en el jefe, en cada persona que preside una asociación o comunidad de vecinos, en los miembros de cualquier comisión.
Séneca - ese cordobés common que ha dado nombre a un determinado tipo de individuos que de todo opinan- dijo hace unos años (unos miles), que el hombre más poderoso es el dueño de sí mismo; hoy nada más lejos de la realidad, no existe nadie dueño de sí mismo. No es posible que tan solo dieciocho meses después haya olvidado el lamentable resultado que obtuvo en las elecciones autonómicas. Se le premió, inmerecidamente en mi opinión, con un cargo plácido de senador autonómico, se le convirtió en padre de la patria y legislador, ni más ni menos!!! Lo cual da la razón a quienes pensamos que debe ser reformada la Constitución en ese aspecto ya que como cámara de segunda lectura no funciona, habiéndose convertido en un cementerio de elefantes. Ante una derrota, sin paliativos, como las de la Presidenta Armengol y Senador Bauzá hay que asumir responsabilidades políticas de verdad.
No podemos aceptar los apaños que se vienen haciendo. Cuando hablo de poder no puedo obviar a alguien que fue un auténtico maestro en ese arte, Henry Kissinger, su biografía es apasionante y celebre su frase “el poder es el último afrodisiaco”. Lo primero que me gustaría decir es que nosotras, a diferencia de los hombres, valoramos otros muchos atributos antes que la belleza física. Para ellos la atracción está directamente relacionada con la apariencia, para nosotras cuenta más la ciencia. O, lo que es lo mismo, cuenta la admiración que sentimos por lo que ese hombre es, no por lo que parece. Nos enamoran la inteligencia, la personalidad, la capacidad de hacer cosas, de conseguir metas.
En realidad, si se fijan, tanto a hombres como a mujeres nos atraen los mismos atributos que a nuestros antepasados más remotos. A ellos les atraía la hembra capaz de concebir la mejor prole, la que más podía contribuir a mejorar la especie, y a nosotras a nosotras, exactamente lo mismo. En cuanto a la materia erótica propiamente dicha, a mayor educación y mejores niveles económicos, el concepto de sexualidad es más enriquecedor y sofisticado. Aunque esto sucede en el mejor de los casos, porque siempre hay grotescas excepciones. Pasa lo mismo en la conducta alimentaria, entre la diferencia de deglutir los alimentos para saciar el hambre o degustar las delicadas exquisiteces como un gourmand. Así ocurre con el erotismo, donde las personas con poder tienen acceso al disfrute de los placeres y pueden elegir.
El poder de la erótica es tan fuerte que seduce a los poderosos y a los admiradores de ese poder. Provoca una transformación private que ha llevado a categorizarlos a lo largo de la historia; tenemos como ejemplos “el síndrome de la Moncloa” o “el síndrome de Stalin”. La erótica del poder está también en las redes sociales, en la prensa y en las collection de televisión. Es muy humano y responde a eso de «el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija». Otros personajes que nos acompañarán a lo largo de estos eight capítulos son Óscar Casas, interpretando a José; Ingrid García-Jonsson como Carol; Jon Arias en el papel de Diego; y Silvia Alonso como Eva, entre muchos otros. Sin duda me quedo con la interpretación de Óscar Casas, hermano de Mario Casas tanto en la realidad como en la ficción.
Una brutal tradición que se habría mantenido hasta nuestros días en no pocos poderes menores empeñados en aprovechar su particular vara de mando para arrancar caricias a la fuerza. travestis de Vicente Sanz, que encontró en su sillón de directivo el mejor argumento seductor para exigirles alguna “chupaeta” a sus trabajadoras de Radio Televisión Valenciana. O la supuesta generosidad del recién reelegido presidente del PP de Ourense, José Manuel Baltar, para ofrecer trabajo a cambio de sexo y que anda investigando la justicia.
Cabe la posibilidad aquí de que, no obstante, se trate más de una leyenda que de una práctica ordinary. En realidad el derecho de pernada period un impuesto especialmente vigente en el norte de Europa, en virtud del cual el señor percibía un cuarto trasero de cada res sacrificada por el súbdito. Sin duda, este caso, el del dirigente futbolístico chulo y déspota, marcará un antes y un después por haber ‘puesto de largo’ lo que se ha venido gestando en muchas y pequeñas dosis a lo largo del tiempo y en muchos ámbitos de esa opresión longeva en nuestra evolución social. Por ello, alzar la voz, siempre, cueste lo que cueste, es imprescindible y necesario. La soberbia suele llevar al abuso o su intento a la negación de todo lo que no se alinee con su opinión o plan marcado. Y contra ello, contra lo diferente, la lucha es denodada, dura y sucia, si viene el caso y la situación lo requiere.
Y, en ocasiones, se llega a la representación, a la apariencia sin pudor de ese desmán, de ese despotismo sin más razón que la creencia de su pertenencia. Y no me salten con excusas de si la chica provoca o no provoca. Para mí cinco a uno ya es abuso, si yo con uno tenía pánico no quiero verme con cinco. Imaginen a cinco mujeres grandes y fuertes, que también las hay, que someten a un hombre a la fuerza y con utensilios apropiados perpetran en su esfínter y hacen todas las cosas que se le pasan por la cabeza. Cuando ya se han divertido de todo se van.
Esto es lo que se conoce como winner impact o efecto ganador y de ello se habla con el psicólogo Ian Robertson En este capítulo de Redes. Robertson, nos mostrará cómo bien dosificado, el efecto ganador impulsa la innovación y nos hace más competitivos. Con dejar que éxito nos domine, de lo contrario, el efecto puede mostrar su faceta más dañina.